Bienvenid@ a mi blog!!

En este espacio quiero publicar aquellas cosas que me parezcan interesantes, otras que me lleguen al corazón y algunas que pueda crear yo.

No creo, ni mucho menos, que sea una gran escritora, pero sí espero que poco a poco pueda interesar, llegar al corazón y entretener a todas aquellas personas que me lean.

Mila esker!!

Anetxu

sábado, 17 de abril de 2010

CLAVES PARA EL ÉXITO

Alguien dijo una vez:
"He aquí unas claves indispensables para el éxito en la vida:
NUNCA exageres.

NUNCA reveles un secreto.

NUNCA prometas lo que no estés seguro de cumplir.

NUNCA hables de tus propios hechos.

NUNCA dejes de ser puntual a la hora señalada.

NUNCA dejes de dar una contestación a una pregunta atenta.

NUNCA leas cartas que encuentres dirigidas a otros.

NUNCA llames la atención hacia las imperfecciones de alguien.

NUNCA refieras que has hecho un regalo o un favor.

NUNCA llames la atención de alguien tocándole; háblale.

NUNCA contestes en sociedad alguna pregunta que se haya hecho a otro.

NUNCA prestes a otro lo que te hayan prestado a ti.

NUNCA pases en medio de dos personas que están platicando.

NUNCA demuestres mucha familiaridad con un nuevo conocido".

martes, 27 de octubre de 2009

"DARSE CUENTA"- escrito por Jorge Bucay en su libro Cuentos para Pensar



Me levanto por la mañana.
Salgo de mi casa.
Hay un socavón en la acera.
No lo veo
y me caigo en él.
Al día siguiente
salgo de mi casa,
me olvido que hay un socavón en la acera
y me vuelvo a caer en él.
Al tercer día,
salgo de mi casa tratando de acordarme
de que hay un socavón en la acera.
Sin embargo,
no lo recuerdo
y caigo en él.
Al cuarto día,
salgo de mi casa tratando de acordarme
del socavón en la acera.
Lo recuerdo y,
a pesar de eso,
no veo el pozo y caigo en él.
Al quinto día
salgo de mi casa.
Recuerdo que tengo que tener presente
el socavón en la acera
y camino mirando al suelo.
Y lo veo y,
a pesar de verlo,
caigo en él.
Al sexto día,
salgo de mi casa.
Recuerdo el socavón en la acera.
Voy buscándolo con la mirada.
Lo veo,
intento saltarlo,
pero caigo en él.
Al séptimo día
salgo de mi casa.
Veo el socavón.
Tomo carrerilla,
salto,
rozo con la punta de mis pies el borde del otro lado,
pero no es suficiente y, caigo en él.
Al octavo día,
salgo de mi casa,
veo el socavón,
tomo carrerilla,
salto,
¡llego al otro lado!
Me siento tan orgulloso de haberlo conseguido,
que lo celebro dando saltos de alegría...
Y, al hacerlo,
caigo otra vez en el pozo.
Al noveno día,
salgo de mi casa,
veo el socavón,
tomo carrerilla,
lo salto
y sigo mi camino.
Al décimo día,
justo hoy,
me doy cuenta
de que es más cómodo
caminar...
por la acera de enfrente.


"Esto es un estracto del libro Cuentos para pensar de Jorge Bucay,
libro que sin duda recomiendo leer"

VASO MEDIO VACÍO O MEDIO LLENO


Neus era una mujer que vivía en un pequeño pisito a las afueras de Barcelona.
Tenía treinta y ocho años de los cuales doce llevaba casada con su marido
Sergi.
Era morena, de pelo rizado, tez blanca y ojos color miel, aunque quizá un poco
flaca para su gran altura. Siempre había sido una mujer hecha y derecha, con
sus inseguridades, pero con poder de decisión y mucha personalidad. Pero
todo ello antes de conocer a Sergi. Este era un ingeniero bastante apuesto, de
cabello rubio, ojos azules y cuerpo atlético, aunque tenía cara de niño para sus
cuarenta años recién cumplidos. Parecía que no había roto un plato en su
vida. Lo que cualquier madre desearía para su hija. Sin embargo, tras esa
máscara de crío angelical se escondía un hombre violento, posesivo y
perverso. Pero Neus no se dio cuenta de ello hasta el primer bofetón, cuando
ella apenas tenía veintisiete años. Y para entonces ya tenían a su niña de un
añito, Carlota. Ahora la pequeña tenía doce años y apenas recordaba haber
visto a su madre sonreir alguna vez.
Todo sucedió cuando Carlota se fue de colonias en el verano. Neus estaba
planchando frente a la televisión contando las horas que quedaban para que
Sergi regresara del trabajo. Cuando él no estaba era el único momento en el
que ella respiraba tranquila.
Tras planchar la última camisa de rayas azules de su marido se dirigió al baño
para darse una ducha y aliviar el calor que tenía. Primero se desabrochó el
vestidito de flores y lo dejó caer. Después se quitó la ropa interior y cuando se
disponía a adentrarse en la ducha reparó en el espejo que había a su lado. Se
miró el brazo derecho, amoratado en el hombro. Después su espalda,
amoratada en los riñones. También se vio cardenales en el muslo. Se miro la
cara y lo único que podía verse eran unas ojeras de treinta y seis años. Neus
rompió a llorar y fue dejándose caer lentamente por la pared hasta posarse en
la alfombra rosa situada bajo sus pies. ¿Cómo podía haber llegado a eso?¿Por
qué su marido que había prometido amarla y respetarla hasta el fin de sus días
estaba acabando con ella? De repente dejó de llorar pues el tiempo apremiaba
y su marido llegaría en veinte minutos. Quien sabe, quizá ese día estuviera de
buen humor y no se ensañaría con ella.
Se duchó, se puso el pijama y se fue a la cocina. Allí llenó un vaso con agua y
bebió un poco. Volvió a dejar el vaso en la encimera y lo observó. Entonces
pensó si el vaso se veía medio vacío o medio lleno. “Sólo es un vaso con
agua”, murmuró.
Instantes después entraba Sergi por la puerta y se dirigía a su habitación.
Cinco minutos más tarde entraba en la cocina con el pijama puesto.
Hola Neus, ¿qué me has preparado hoy para cenar? Espero que sea
algo rico porque llevo todo el día trabajando sin parar para que tú y
Carlota podáis vivir y no me apetecería nada tener que cocinar ahora.- le
espetó.
He hecho albóndigas con salsita como a ti te gusta- le dijo Neus con voz
temblorosa.
¿Albóndigas? ¿Te crees que unas míseras albóndigas me van a saciar?
¡Eres una estúpida, no sabes hacer nada! ¡Te pasas el día en casa
tirada en el sofá atiborrándote a comida y en el último momento cocinas
unas puñeteras albóndigas que si tuviéramos un perro ni siquiera él se
quedaría sin hambre!- gritó Sergi abalanzándose sobre su mujer.
Le soltó un puñetazo en el estómago y tras coger la humeante cazuela con
las albóndigas se las hecho por encima. Acto seguido y mientras Neus se
retorcía de dolor por la quemadura que le estaban haciendo, le dijo:
Limpia todo esto y dúchate que no me gustaría dormir hoy con una
apestosa. Ahora me haré una cena en condiciones. Es que no sabes
agradecer que te mantenga sin trabajar. Eres una egoísta.
Esa noche Neus apenas durmió, sólo pensaba en que tenía que aguantar
por su niña y daba gracias a Dios de que la ira de Sergi no se hubiera
volcado también sobre su hija. Pero algo empezó a rondarle por la cabeza,
algo que le asustaba mucho pero que a la vez le daba esperanzas. La idea
de coger a su hija y marcharse a algún lugar lejos de allí. Carlota llegaba al
día siguiente para la hora de comer. Él se iría a las diez de la mañana y no
volvería hasta las nueve de la noche. Tenía unas cuantas horas para hacer
las maletas y coger todo lo necesario para largarse de esa casa, de dejar
atrás esos años y comenzar a vivir. Pero para qué iba a engañarse, no era
la primera vez que esa idea aparecía en su mente. Cuando Sergi le rompió
la clavícula también lo pensó, pero al final no se atrevió. ¿Y si las
encontraba? Eso sería mucho peor, él ya se lo había avisado. En una
ocasión le dijo: “Si se te ocurre estar a más de un kilómetro de casa, te
mato”. Tras recordar ese pensamiento Neus cerró los ojos e intentó
dormirse, no quería recordar aquella frase.
A la mañana siguiente le hizo el desayuno a su marido y cuando este cerró
la puerta Neus se puso a limpiar la casa. Cuando fue a pasar la aspiradora
bajo su cama se topó con unas maletas. Eran sus maletas de viaje. De
repente se le abrieron los ojos y, sin pensarlo, murmuró para sí: “se acabó,
nos vamos esta misma tarde”. Casi se sorprendió a sí misma cuando
comenzó a meter la ropita de su niña en una maleta. Estaba recobrando su
poder de decisión. “Doce años son demasiados”, pensó.
Carlota llegó a la una y media del mediodía y cuando llegaron a casa Neus
la sentó en el sofá del salón y comenzó a decirle:
Carlota, hija mía. Vamos a hacer un viaje muy largo.
¿Nos vamos de vacaciones?- le preguntó ilusionadamente.
No exactamente. Nos vamos a ir tu y yo en el primer vuelo que
encontremos según lleguemos al aeropuerto. Me da igual el destino. No
iremos donde los abuelos porque allí sería muy fácil encontrarnos. Nos
esconderemos un tiempo hasta que piense en un sitio en el que podamos
vivir y donde yo pueda trabajar de profesora.
Carlota se quedó pensativa unos segundos y de repente localizó una
quemadura en el brazo de su madre.
De acuerdo mamá, allí papá no te pegará más.
Al instante Neus rompió a llorar y su hija la abrazó fuertemente.
Tranquila mamá, yo cuidaré de ti.
Eran las siete de la tarde y Neus esperaba la rutinaria llamada de su marido
que le hacía para saber si se encontraba en casa. Pero el teléfono no sonó.
Tampoco lo hizo a las siete y media y Neus comenzó a inquietarse. No sería
que...¡hubiese salido antes! pocas veces había ocurrido eso pero...era una
posibilidad. Un escalofrío le recorrió el cuerpo.
Acto seguido cogió las maletas y a su hija y se apresuraron a salir de la casa.
En el portal Neus llamó a un taxi desde el teléfono móvil de Carlota, ya que su
marido le había prohibido tener uno.
Llega en cinco minutos- le dijo nerviosa a su hija.
Salieron del portal y a lo lejos vio una figura trajeada que se acercaba a la
casa.
Mamá ¿ese de allí no es papá?- le preguntó la niña.
¡Mierda!- chilló Neus.
Sergi aún estaba lejos, pero lo bastante cerca como para haberse percatado de
que su mujer y su hija se encontraban frente al portal rodeadas de maletas. Y
comenzó a correr hacia ellas. De repente llegó el taxi y Neus y su hija
empezaron a guardar las maletas como podían. El taxista salió del coche y le
dijo:
Señora ¿se encuentra bien? puedo ayudarla a meter las maletas.
¡Sí! ¡No hace falta gracias! ¡Usted siéntese al volante por favor y en
cuanto entre acelere!- respondió la mujer gritando y metiendo todo como
podía- ¡Carlota métete en el coche!
Neus acabó de guardar el equipaje y justo cuando iba a meterse en el coche se
dio cuenta de que su marido estaba a apenas diez metros de ella. Corrió como
pudo hasta la puerta del copiloto, cerró la puerta y gritó:
¡Arranque por favor!
Justo en ese momento, Sergi estaba junto al taxi que se incorporaba a la
carretera y Neus escucho tras ella:
¡Zorra! ¡Os encontraré!
Pero Neus miró hacia delante y sonrió, por primera vez en mucho tiempo veía
el vaso de la vida medio lleno y respiró tranquila. Entonces giró la cabeza, miró
a su hija y le sonrió. Carlota le devolvió el gesto con ilusión. Era la primera vez
que veía a su madre sonreír.

LA CULPA ES DE LA ENFERMEDAD


La familia de María Elena se enfrenta cada día al mal de Alzheimer, que afecta a cerca de 700.000 personas en España
Son las 8 de la mañana. Como cada día Julián se levanta de la cama. Es temprano, pero 74 años de experiencia le han servido para saber aprovechar los días. Además en cuanto salga de casa irá a hacer las compras y volverá para hacer la comida y ayudar a su esposa María Elena.
Ella se levanta un poco más tarde, aunque no mucho más. Y aquí llega el problema. No quiere ducharse y tampoco quiere desayunar. Con paciencia Julián consigue que se asee un poco y que beba un vaso de leche. “Con lo que era ella”, dice Julián alzando sus ojos hacia arriba. Y es que Elena siempre fue una mujer hecha y derecha. Pero el mal de Alzheimer no perdona.
En España, alrededor de 700.000 personas padecen esta enfermedad. Suele aparecer entre los 65 y 74 años, aunque ha habido casos en edades más tempranas como los 50 años. Se caracteriza en su forma típica por una pérdida progresiva de la memoria y de otras capacidades mentales.
Al principio no recordaba donde había dejado las llaves pero, ¿a quién no le ocurre alguna vez? Olvidaba el nombre de un vecino, pero nunca de alguien que conociera bien o a quien viera con frecuencia. Parecían la clase de errores que uno comete cuando tiene la cabeza en otra parte. Sin embargo, todo empeoró cuando se equivocaba el año en que vivía y le restaba 30. O cuando hablaba de sus padres como si aún fuera niña y viviese con ellos.
“Todo empezó hace unos diez años, ella tiene 78 ahora, así que fue con 68 más o menos” cuenta su hija Begoña, la mayor de los cuatro hermanos. “Te hacía la misma pregunta muchas veces, y es curioso porque no recuerda las cosas que han pasado hace poco, pero sí lo que pasó hace 50 años”, dice.
Su hija pequeña Maribel añade que “es una enfermedad en la que quien más sufre son las personas que están a su alrededor, porque al fin y al cabo ella no se da cuenta de nada”. Y dice que lo “peor” es cuando se pone “violenta” cuando intentas mostrarle que ya sabe ciertas cosas y ella no las recuerda y siente que todos están en su contra.
Pero al final todos coinciden en que “es por culpa de la enfermedad” y saben que Elena está bien dentro de lo que cabe, pues es peor que no se acordara de nada ni de nadie. De momento tendrán que ayudarla y quien sabe si la fuerza del cariño y la perseverancia hagan que Elena siga recordando. Ahora ha empezado a ir a un Centro de día en el que se junta con personas con su misma situación durante unas horas. Julián dice que la ve mejor mientras mira cariñosamente y con los ojos vidriosos a aquella mujer que le robó el corazón y con la que desea pasar el resto de sus vidas.

lunes, 6 de abril de 2009

AMOR ETERNO

Han pasado cincuenta años, que se dice pronto. Parece que fue ayer cuando se conocieron, y desde ese momento no se han separado jamás. Eran muy jóvenes entonces, pero decidieron pasar juntos el resto de sus vidas. Si buscas la definición de matrimonio en un diccionario te dirá que es la unión entre dos personas
que tiene por fin proporcionar un marco de protección mutua o de protección de la descendencia. Sin embargo, el matrimonio es mucho más que eso. El matrimonio es amor, convivencia, confianza... y eso no quiere decir que no tenga obstáculos. Porque los tiene. Pero es que el matrimonio dicen que es como un buen vino, con los años va madurando y mejorando. Pues bien, nuestro aitite y nuestra amama lo han llevado maravillosamente, después de medio siglo se siguen queriendo como el primer día e incluso más.
Por eso aitite y amama tienen matrícula de honor en el arte de amar. Porque el amor es un arte que se consigue con el día a día, con cada minuto, y es que en cincuenta años da mucho tiempo de aprender.
Ellos son unos privilegiados y, probablemente , en estos días un caso muy poco corriente, porque hoy en día muy pocas parejas permanecen casadas y queriéndose tantos años, parece como si el matrimonio les diera alergia. Por eso, la alegría que tenemos por ellos es muy grande. Para nosotros son un ejemplo a seguir.
Dijeron una vez que amar no es mirarse el uno al otro sino que es mirar en la misma dirección. Nuestros abuelos así lo eligieron.
Y es que amar a otra persona es algo muy bonito y si, como en esta historia, ese amor es correspondido, no hay otra cosa mejor que te pueda pasar. Y habrá personas que pienses que si que hay algo mejor, como que te toque la lotería, pero es que a nuestros aitites ya les tocó hace cincuenta años.

domingo, 5 de abril de 2009

LA VIDA DEBERÍA SER AL REVÉS


Se debería empezar muriendo y así este trauma está superado.
Luego te despiertas en una Residencia, mejorando día a día.
Después te echan de la Residencia porque estás bien, y lo primero que haces es cobrar tu pensión.
Luego, en tu primer día de trabajo, te dan un reloj de oro.
Trabajas 40 años hasta que seas lo bastante joven como para disfrutar del retiro de la vida laboral.
Entonces vas de fiesta en fiesta, bebes, practicas sexo y te preparas para empezar a estudiar.
Luego empiezas el cole, jugando con tus amigos sin ningún tipo de obligaciones hasta que seas bebé.
Y los últimos nueve meses te los pasas flotando tranquilo, con calefacción central, room service, etc.
Y al final abandonas este mundo en un orgasmo.

QUINO